El Uno En El Otro

A veces pesa… Duele…

Tanto…,

que nos olvidamos de la carne y de los huesos que nos sostienen.

A veces naufragamos entre nuestras propias pieles porque nos ahogamos a un paso de la muerte…  

Y lo hacemos lentamente…;

cavamos túneles en nuestra mente donde lidiar con los avernos. El espíritu nos puede, nos vence más allá de lo factible y lo coherente. Es la voz que nunca muere. La miel y la hiel. Aquel que posee el beneplácito de ser y existir aun cuando todo perece. Ese que nos ata a lo etéreo, a las heridas profundas e hirientes del corazón que no sangra; pero duele…

Y lo amamos… Lo idolatramos…

Tanto…,

que olvidamos que son nuestras manos las que, desnudas, acarician la vida que, como dulce ofrenda, le entregamos…

Y es por eso que te quiero hasta morir…

Es por eso que te entrego hasta mi último aliento; mi carne, trémula y ardiente, que desea sentir(te) hasta diluir(me)se siendo espíritu y piel en esta hecatombe que nos muestra tan inexorable fragilidad, y nos recuerda, nuestra absoluta grandeza…

Y es por eso que combatimos con nuestros cuerpos rendidos y ancorados al unánime gemido que nos dice que estamos vivos; que sentimos; que fluimos; que morimos…

Y morimos… El uno en el otro…

Se abren las compuertas de la esperanza en cada recoveco titilante y húmedo mientras suenan las campanas de la victoria en nuestros vientres que cimbrean a cada envite. Tiemblan nuestras piernas en tan equidistante sostén en esta quebradiza tierra que nosotros convertimos en cerúleo y candente cielo.

Y recorres con la yema de tus dedos cada sendero de mi espalda al tiempo que me inclino con febril sosiego, venerando y esperando…

La absolución…

©Ginebra Blonde