Soy del
cuerpo;
quizás algo
insurrecto aunque sumiso ante tu clero.
Y no es que
me salga por peteneras;
es que te
quiero hasta los huesos.
Y aun en esta
rebelión de piel y fuego
que arde sin
piedad ni lamento,
me someto con indulgencia
a la misa de
tus dedos.
Fierecilla
salvaje,
que tus
labios me nombran;
Sabes bien
de la clemencia que me honra
cuando tú eres
el altar
donde
consagrar mi deshonra…;
Hágase,
pues, tu voluntad de someterme,
que mi ley urdirá
y proclamará
tu diluvio y
mis efluvios;
sea, pues, tu
recio muro
el que
sostenga mi (in)fortunio.
Mas… quizá
seas tú el que,
al final,
te rindas en
plegarias
cometiendo mil
injurias
sobre las
lindes de mis labios y mi boca.
Soy del
cuerpo;
así que cuidado:
agárrate que vienen
curvas.
©Ginebra Blonde